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PREFACIO

Por los caminos del emprendimiento

Al escuchar la palabra emprendimiento, por lo general imaginamos a una persona tratando de implementar una idea que se le vino a la mente en determinado momento, con la intención de solventar una situación dada.  Y probablemente  usted amigo lector, no esté tan alejado de esa realidad. Indudablemente, en algunas oportunidades el emprendedor nace por necesidad: necesito más dinero, necesito más recursos para cumplir con mis responsabilidades, necesito salir adelante, sin embargo en otras ocasiones es porque se les viene el momento de la genialidad, se les ocurrió algo, lo pusieron en práctica sin importar los riesgos implícitos en esas decisiones con propósitos, las cuales indudablemente apalancan el emprendimiento como acción.
Lo ideal sería que desde el inicio de nuestras vidas, la iniciativa emprendedora fuese sembrada como una semilla en un terreno fértil, porque de esta manera, tendríamos más productividad y menos desempleo, sobre todo en los países latinoamericanos, donde abunda la pobreza y la falta de oportunidades de trabajo.
Por otro lado, el emprendimiento ha ganado importancia por la necesidad de muchas personas de lograr su independencia y estabilidad económica; teniendo como característica la innovación, lo que significa introducir un cambio, el cual puede ocurrir en la estructura social, gestión pública, elaboración de un producto o simplemente en la organización de una empresa. En consecuencia, como enfoque de efectividad en la gerencia de los procesos organizativos, cada vez cobra un mayor auge, permitiendo a su vez el avance en el modelo económico, considerando los recursos y la eficacia en su administración.
En este orden de ideas, resulta oportuno señalar que el emprendimiento, desde el punto de vista teórico  puede explicarse como la capacidad de un individuo de aprovechar sus habilidades para poner en marcha una iniciativa, idea, sueño, meta o ambición, descubrir una coyuntura que permita la obtención de un nuevo ingreso y arrancar un negocio por cuenta propia.
Por algo, la innovación y creatividad son los artífices más representativos  de una herramienta tan eficaz como efectiva, porque su implementación está al alcance de cualquier persona, independientemente su condición económica, política o social.  Solo se requiere  voluntad para hacerlo y por supuesto estar claro  que comenzar a transitar un camino, en muchas oportunidades desconocido, representa un riesgo, pero hay que estar preparado para afrontarlo y lograr alcanzar la meta.  De allí, la premisa que es necesario formar e incentivar en nuestros hijos el espíritu emprendedor, para que no se conformen en ser simplemente unos subordinados, sino arquitectos de  ese futuro  que ansiosamente espera por ellos. De igual forma, reforzar en la escuela esta actitud, ofreciéndole herramientas de trabajo para prepararlos en esa difícil tarea, tales como modelos de negocios, planes de negocios, mercadeo, concursos de ideas, liderazgo, entre otros. La iglesia también juega un papel protagónico en esta meta que ansiosamente se espera alcanzar.
En consecuencia, el  emprendimiento puede ser la plataforma para combatir la pobreza, crear equidad y reducir brechas de desigualdad,  factor clave para el desarrollo económico de los ciudadanos en Suramérica, Centroamérica y en cualquier país del mundo.  Porque en la medida en que  nuestros jóvenes puedan establecer  sus propios negocios,   crecen las oportunidades y como lo señala Bravo (2017),  debemos enfatizar en un hecho cierto, convertir a nuestros estudiantes en Ciudadanos con Propósitos, que internalicen esa nueva forma de pensar en la cual comprendan que pueden construir un sueño en su propia tierra. No necesitan salir del país a sufrir calamidades o vivir de la limosna ajena. El sueño puede construirse desde cada sitio donde habite, en donde es un ciudadano de primera, vale por sus estudios y los logros que alcance acumular en el transcurrir de su vida.
Para aclarar un poco el punto y servir de fundamento a lo planteado con anterioridad, se hará un recorrido por las diferentes acepciones que estudiosos del área han formulado, de manera que al finalizar pueda sacar su propia conclusión acerca de lo que realmente conceptualiza este vocablo. 
En principio, es necesario explicar que la palabra emprendimiento proviene del francés entrepreneur (pionero), y reseña según Urbano y Toledano (2011, p.12), la “capacidad de una persona para hacer un esfuerzo adicional por alcanzar una meta u objetivo, siendo utilizada también para referirse a la persona que iniciaba una nueva empresa o proyecto”, término que después fue aplicado a empresarios que fueron innovadores o agregaban valor a un producto o proceso ya existente. Pelekais (2014), agrega que el emprendimiento está relacionado a la capacidad innata que tiene un individuo de abrirse a nuevas oportunidades a través del uso de su talento creativo, el cual le ayuda a visualizar oportunidades en donde otros solo ven dificultades, amenazas o simplemente debilidades, porque carecen de esa aptitud creativa e innovadora a través de la cual pueden gestionar su propio entorno.
De acuerdo a lo planteado, el emprendimiento engloba una serie de cualidades que lo caracterizan como una herramienta apalancadora del desarrollo operativo de actividades que son planificadas, desde y hacia un objetivo organizacional. 

Francisco Bermúdez Suárez
Corporación Educativa FORMAR
Barranquilla. Colombia
director@ceformar.edu.co

 

Revista Saperes Universitas
ISSN 2642-4789

Vol. 2 No. 1 / Páginas [4-6]
Enero-Abril 2019

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